Originaria de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, Fabiola Hernández llegó hace 18 años a Agua Prieta y, a partir del siguiente, se dedicó a ayudar a perritos de la calle.

“Fui la primera en alzar la voz por lo perritos, porque los estaban atacando mucho”, declaró.

Su activismo se intensificó hace 18 años, cuando se supo en Agua Prieta de la presencia de la rickettsia, tras el fallecimiento de una niña por esta causa.

“La gente estaba mal informada y creían que la rickettsia la generaban los perritos, cuando en realidad estos animalitos también eran víctimas de la garrapatas”, puntualizó.

El desconocimiento sobre el tema era tanto que, las autoridades municipales, hace 18 años, consideraron la posibilidad de sacrificar a más de 800 perritos de la colonia Ladrillera (al sur de la ciudad), donde ocurrió el deceso de la menor.

Declaró que la gente poco a poco fue entendiendo que la rickettsia no la genera el perro, sino por las condiciones insalubres del entorno en que vive con una familia.

“Se produce y se desarrolla dentro del cochinero, la basura, escombro amontonado, gente que no hace bien la limpieza en los patios de sus propias casas”, subrayó.

Bajo esas condiciones antihigiénicas se forma un microambiente idóneo para la reproducción, crecimiento y desarrollo de la garrapata que, a veces, se infecta del virus de la rickettsia.

“Lastimosamente el perro es el alimento de la garrapata y nadie se pone a pensar que el perro también está sufriendo porque es una víctima de las garrapatas”, destacó.

En estas condiciones de ignorancia, los perritos fueron atacados por la gente que desconocía las verdaderas causas de la rickettsia y que temían que sus hijos resultaran contagiados con fatal final, como el de la menor.

“Se fueron contra los que menos la debían, contra los perritos y quisieron sacrificar muchos perros de la colonia Ladrillera”, indicó.

A partir de ahí, Fabiola Hernández, comenzó a alzar la voz en defensa de los perritos que eran las víctimas, para que se les respetara su dignidad y cesaran los actos de crueldad animal y después de no rendirse ante la adversidad, triunfó en su lucha.

La Secretaría de Salud se vio obligada, por esta presión social, a actuar formando cercos epidemiológicos, impartiendo pláticas sobre la rickettsia, realizando jornadas de limpieza en las casas y el medio urbano.

Surge SOPROANI

A esa vocación suya le dio coherencia y en 2008, fundó la Sociedad Protectora de Animales (SOPROANI).

Transitando entre la incomprensión y cargando con el injusto demérito a su altruista labor, Fabiola Hernández explica que, SOPROANI, es un proyecto de corresponsabilidades que pocos han apoyado.

La joven activista en favor del derecho a la vida y la dignidad de los perritos, ha puesto en riesgo su salud y ha dedicado largos años de su vida para frenar la crueldad contra los animales.

Elogió a personas y empresas, contadas con los dedos de su mano, por el apoyo que le han dado desde el inicio de su labor, compartiendo esta responsabilidad.

Hizo especial hincapié en la fundación Rancho Feliz, por la empatía que guarda con su visión.

“Desde el principio nos han estado apoyando con alimento, vacunas y con medicamento, son personas que no necesitan popularidad, que siguen ayudándome y que siempre están ahí”, expresó.

Comentó que a su llegada a esta frontera se impulsaba el deporte y otras actividades, pero en realidad no se hacía nada en el tema de protección y defensa de los perritos.

Hace 18 años, Fabiola Hernández era apoyada en su liderazgo por 50 activistas, alzando la voz, pero no se pudo lograr más. Eran muchos los animales rescatados y muy poca ayuda.

“Teníamos 200 animalitos y batallábamos por alimento, por vacunas, batallábamos por muchas cosas, entonces decidimos trabajar de otra manera; ayudar a los que podamos y con lo que tenemos”, manifestó.

Consideró que no se puede ayudar a más animalitos, cuando en realidad son tres o cuatro personas las que están compartiendo desinteresadamente este proyecto.

“Lo que hacemos es una labor altruista, sin fines de lucro, sin pedir dinero, sin pedir nada a cambio, solamente alimento en especie”, aclaró.

Ajena a los vaivenes políticos

Fabiola Hernández comparte el tiempo de su familia con su trabajo en la farmacia del SNTE sección 54 y sus dos albergues, además de cuidar de su salud, después de dos cirugías graves.

“Es mejor trabajar como estoy trabajando hasta ahorita, con las personas que me han apoyado y se los agradezco. Ojalá hubiera más como ellos que tienden la mano sin mirar a quien, sin tratar de sacar ventaja”, comentó.

Dijo sentirse comprometida con su proyecto de apoyo a los caninos, sin mirar hacia otras direcciones, “porque si vas a hacer algo, hazlo bien y aquí únicamente se trata de defender a los perritos que no tienen ni voz ni voto”.

Rescata perritos maltratados o enfermos

La valiente activista personalmente acude al rescate de los perritos de la calle sin importarle que estén enfermos, con sarna, atropellados, heridos, e incluso con el collar incrustado en el cuello.

“No aceptamos perritos porque ya no hay espacio, no tenemos terreno, no tenemos vacunas, no tenemos alimento ni como sostener tanto animalito y si empezamos a aceptarlos nos llenamos”, detalló.

Mencionó casos de personas que se quieren deshacer de sus mascotas y le llaman para que recoja 20 o 30 animalitos y además una perra parida, responsabilidad que consideró es únicamente de los dueños.

“Me insultan, me dice cosas muy fuertes, porque no les recibo sus perros, pero yo creo que, si esas personas fueran responsables con sus mascotas llevándolas a esterilizar, vacunándolas, bañándolas adecuadamente para que no tengan sarna, no tendríamos ese problema de andar entregando perros”, asentó.

En esta agotadora tarea, Fabiola Hernández admitió que también se cansa y más aún después de dos cirugías que la postraron en cama durante meses.

“Sí, sí me canso y mucho, me hicieron dos cirugías muy fuertes y pensaba: qué sería de mis perritos si algo me pasara a mí, afortunadamente diosito me dio unos hijos que no cualquiera los tiene, porque ellos sacaron mi proyecto adelante, mientras yo estuve casi tres meses sin poder venir aquí”, reconoció.

A ella no le importa ser criticada por recoger perros enfermos de la calle y está decidida a seguir salvándolos, “lo haré mientras Dios me dé vida y sobre todo salud y que mis hijos me sigan apoyando, eso es lo más grande”, concluyó.