Sobrevivir no es sólo cuidarse del coronavirus, para nosotros es también salir a trabajar porque estamos al día”, cuenta un señor de más de 70 años que termina de empacar artículos en un supermercado. A la pregunta de SinEmbargo de si podrá dejar de trabajar por el COVID-19, él responde que no; la señora que vende pambazos y quesadillas en una esquina, dice que no; el señor de los tacos de guisados, lo mismo: no.

Una señora, también de cerca de 70 años, aún con el riesgo que corre en caso de contraer la enfermedad, sentada sola en una de las cuatro mesas vacías de la fonda que atiende, habla poco al respecto. Voltea de un lado a otro, como esperando que lleguen ya pronto los clientes, a pesar de que es la hora de la comida. Sabe que la indicación es guardarse en las casas pero más que pensar en hacerlo, sólo dice que espera que todo esto pase pronto.

A la pregunta de si podrán dejar de trabajar por la contingencia del coronavirus en la Ciudad de México y el llamado de las autoridades a quedarse el caso, los comerciantes dicen que no.. Ellos viven al día, afirman a este diario digital. Foto: Guillermo Perea, Cuartoscuro

***

La dependencia de la informalidad pasará factura al país en la crisis del COVID-19 y lo hará de una forma que será visible para todos: no únicamente en una estadística, incluso se puede percibir desde ya en la incertidumbre de la pareja que vende tortas de tamal por las mañanas o la joven con su bebé que vende cosméticos en un puesto. Todos ellos tendrán que seguir en la calle, aun cuando las indicaciones indiquen resguardo en los hogares.

Opciones no hay. ¿Qué se hace para comer cuando se vive al día? Trabajar y la calle da opciones. En cada sexenio han surgido planes para “formalizar a los informales”, pero no se ha logrado bajarlo al 50 por ciento.