La cifra de periodistas encarcelados a escala mundial por el ejercicio de su profesión en 2019 se mantuvo casi a niveles récord, con China, que afianzó su férreo control sobre la prensa, al acaparar el mayor número de casos, y cuyo sistema penitenciario, que carga con acusaciones de tortura y aislamiento, enciende aún más las preocupaciones de activistas y organizaciones dedicadas a la protección del trabajo noticioso y de investigación.

Desde que el Comité Internacional para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) comenzó a llevar estadísticas, a comienzos de 1990, Turquía y China se han disputado el título de país con la mayor cifra.

En 2019, el CPJ constató que, como mínimo, 48 estaban tras las rejas en China, uno más que en 2018; este número aumenta conforme el presidente Xi Jinping consolida su dominio sobre el país e instituye controles cada vez más restrictivos sobre los medios informativos.

En octubre pasado, autoridades arrestaron a la periodista Sophia Huang, después de que describiera en su blog lo que significaba marchar con manifestantes prodemocracia en Hong Kong.

Huang, reportera de investigaciones de largo aliento en varios medios chinos, fue acusada de “involucrarse en disputas y provocar problemas”, una imputación de actos contra el Estado, que se aplica comúnmente a los críticos considerados una amenaza para el Partido Comunista.

Una campaña represiva en la provincia de Xinjiang —donde un millón de personas procedentes de grupos étnicos musulmanes han sido enviadas a campos de internamiento (medios los comparan con los campos de concentración nazis)— ha llevado al arresto de decenas de periodistas.

En su relación global anual, el CPJ constató que, como mínimo, 250 periodistas están tras las rejas por el ejercicio de la profesión, con comparación con 255 registrados el año anterior.