Galeana y Bavispe están unidos por la sangre y las tradiciones mormonas, pero separados por la sierra que divide a dos estados. Muchos de quienes nacieron en la colonia LeBarón terminaron en La Mora, comunidad de Bavispe en Sonora, que hoy está marcada por la tragedia que se extiende hasta Chihuahua.

Ronitha LeBarón se casó con Howard Miller y se mudó a La Mora, pero parte de su corazón se quedó en Chihuahua. Sus siete hijos nacieron en Sonora, pero ella quería que también pudieran crecer en el que fue su hogar durante su niñez. “Por este doble arraigo exactamente y porque ella le quería dar lo mejor de los dos mundos, los cuales son increíbles a ambas familias”, recuerda su padre, Adrián LeBarón.

Nitha, como le dicen de cariño, murió calcinada en el único camino que comunica el noreste de Sonora con el noroeste de Chihuahua. Cuatro de sus siete hijos también perdieron la vida. En su funeral, su esposo, un prominente empresario de transporte en Dakota del Norte, EU, reveló al resto de la familia el último sueño de Ronitha: quería que su familia tuviera su propia casa en LeBarón donde ella creció.

Pidió a su esposo cumplir su sueño como regalo de cumpleaños. Howard accedió y uno de los Miller que vive en LeBarón de inmediato les cedió un terreno en uno de los cerros que circundan el próspero valle donde se asentó hace 50 años la comunidad mormona. Adrián LeBarón asegura que su hija tendrá la casa que soñó, a pesar de que no podrá disfrutarla.

Ni ella ni sus pequeños Howie, Krystal y los mellizos Titus y Tiana. “Ella nomás quería una casa bastante grande, no lujosa, porque su corazón quería que cuando su suegro, sus cuñados y sus hijos, que son un chingo, pudieran venir a LeBarón y sentirse en casa”, relata entre lágrimas el nieto del fundador de la colonia mormona.

El cumpleaños de Ronitha era el 15 de septiembre, una fecha que para ella representaba mucho. Por eso pidió a su papá acompañarla a dar el Grito de Independencia a Galeana. Esa fue la primera vez que Adrián, de 56 años, presenció una ceremonia patria.

Hoy es el último recuerdo que tiene de su hija. “La más güera, la más blanca y la más mexicana”. Aunque su yerno Howard y sus tres nietos sobrevivientes ya no están en México, Adrián asegura que una vez que superen el duelo regresarán a La Mora y a LeBarón. “Galeana y Bavispe, ellos no conocen otro lugar en el mundo. Mis nietos van a morir en uno de estos lugares, mis hijos van a morir en uno de estos dos municipios. ¿Por qué? Porque no hay otro lugar para ellos para vivir. Te lo digo, casi me puedo sentir orgulloso, yo siento que nuestros padres nos transmitieron eso. No tenemos otro lugar en mundo. Andemos donde andemos vivimos aquí en corazón, no hay más lugar para nosotros”, puntualiza.

Aunque ha pasado poco más de una semana de la tragedia que enlutó a las comunidades moronas de ambos estados y puso en la vista de las autoridades mexicanas y estadunidenses esta región, Adrián asegura que hay miedo entre su familia, pero insiste que seguirán adelante con valentía. Alguien preguntó a otra de sus hijas, hermana de Ronitha, si volverá a cruzar por el camino real que comunica La Mora con Lebarón y él atajó la respuesta. ¡Claro que lo haremos, lo haremos con coraje, con valentía!. Ronitha siempre supo que era un camino peligroso y pese a ello lo recorrió aquel día que terminó con la peor tragedia que la familia recuerde.

“Mi hija absolutamente sabía que había peligro en ese camino… cuando tomó ese volante lo hizo con coraje. Si el mundo tiene que entender que mi hija enfrentó el miedo al cruzar ese camino, es el mensaje que quiero darle. No miedo a que la iban a matar acribillada y calcinada, en eso si entró inocente, pero cualquier camino en nuestro México está así”, lamenta Adrián.

Galeana y Bavispe están unidos por la sangre y las tradiciones mormonas, pero separados por la sierra que divide a dos estados. Muchos de quienes nacieron en la colonia LeBarón terminaron en La Mora, comunidad de Bavispe en Sonora, que hoy está marcada por la tragedia que se extiende hasta Chihuahua.

Ronitha LeBarón se casó con Howard Miller y se mudó a La Mora, pero parte de su corazón se quedó en Chihuahua. Sus siete hijos nacieron en Sonora, pero ella quería que también pudieran crecer en el que fue su hogar durante su niñez. “Por este doble arraigo exactamente y porque ella le quería dar lo mejor de los dos mundos, los cuales son increíbles a ambas familias”, recuerda su padre, Adrián LeBarón.

Nitha, como le dicen de cariño, murió calcinada en el único camino que comunica el noreste de Sonora con el noroeste de Chihuahua. Cuatro de sus siete hijos también perdieron la vida.

En su funeral, su esposo, un prominente empresario de transporte en Dakota del Norte, EU, reveló al resto de la familia el último sueño de Ronitha: quería que su familia tuviera su propia casa en LeBarón donde ella creció. Pidió a su esposo cumplir su sueño como regalo de cumpleaños.

Howard accedió y uno de los Miller que vive en LeBarón de inmediato les cedió un terreno en uno de los cerros que circundan el próspero valle donde se asentó hace 50 años la comunidad mormona. Adrián LeBarón asegura que su hija tendrá la casa que soñó, a pesar de que no podrá disfrutarla.

Ni ella ni sus pequeños Howie, Krystal y los mellizos Titus y Tiana. “Ella nomás quería una casa bastante grande, no lujosa, porque su corazón quería que cuando su suegro, sus cuñados y sus hijos, que son un chingo, pudieran venir a LeBarón y sentirse en casa”, relata entre lágrimas el nieto del fundador de la colonia mormona.

El cumpleaños de Ronitha era el 15 de septiembre, una fecha que para ella representaba mucho. Por eso pidió a su papá acompañarla a dar el Grito de Independencia a Galeana. Esa fue la primera vez que Adrián, de 56 años, presenció una ceremonia patria.

Hoy es el último recuerdo que tiene de su hija. “La más güera, la más blanca y la más mexicana”. Aunque su yerno Howard y sus tres nietos sobrevivientes ya no están en México, Adrián asegura que una vez que superen el duelo regresarán a La Mora y a LeBarón. “Galeana y Bavispe, ellos no conocen otro lugar en el mundo.

Mis nietos van a morir en uno de estos lugares, mis hijos van a morir en uno de estos dos municipios. ¿Por qué? Porque no hay otro lugar para ellos para vivir. Te lo digo, casi me puedo sentir orgulloso, yo siento que nuestros padres nos transmitieron eso. No tenemos otro lugar en mundo. Andemos donde andemos vivimos aquí en corazón, no hay más lugar para nosotros”, puntualiza.