La muerte de la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso, y el exgobernador y senador, Rafael Moreno Valle, el 24 de diciembre pasado, puso fin a la era de una pareja que dominó la esfera política con muchas ambiciones.

 
 
 
 
 
 
 
 
En menos de 15 años Rafael Moreno Valle Rosas se convirtió en el hombre fuerte de Puebla, desde donde tejió un proyecto político personal que tenía como objetivo llegar a la Presidencia de la República, el cual no cristalizó en el 2018, pero que mantenía hasta la víspera de Navidad cuando murió junto con su esposa, Martha Erika Alonso, y tres personas más al caer la aeronave en que viajaba.

“El sultanato”

El gobierno del panista Rafael Moreno Valle se convirtió en un “sultanato” donde se ejerció el poder “personalísimamente”. En eso se transformó el sexenio de la alternancia, plantea Juan Luis Hernández Avendaño.

Para el académico de la Universidad Iberoamericana, campus Puebla, el poder que concentró el entonces mandatario estatal se explica porque, tal y como ocurrió en otras entidades, al irse el PRI del gobierno federal, se vivió una descentralización política y, por primera vez, los gobernadores alcanzaron un grado de autonomía política. “Puebla se convirtió en uno de los enclaves autoritarios subnacionales”.

En un análisis titulado “El morenovallismo: Gobernar como el PRI desde la alianza PAN/PRD” que forma parte del cuaderno de divulgación 16 que lleva por nombre “Rafael Moreno Valle- la persistencia del autoritarismo subnacional”, el académico explica que el exgobernador poblano llegó al gobierno de esa entidad con la bandera del cambio y la alternancia, pero no tardó en poner en marcha su política de control de límites y comenzó la construcción de su candidatura presidencial que al final no cuajó.

Aprovechándose del bono democrático se hizo dueño de la vida pública y del control de los principales instrumentos institucionales que le permitieron un extraordinario margen de maniobra para impulsar sus proyectos personalísimos, dice el académico. Según su análisis, desde la gubernatura desnudó a los partidos políticos en su fragilidad democrática y su condición de maquinarias atentas al mejor postor.

“Desde la gubernatura, RMV asaltó y se apoderó del PAN. Sus 15 años de priista le fueron funcionales para domesticar al PRI y tenerlo como partido colaborador. Se apoderó de una buena parte del PRD, debilitándolo como fuerza política y sosteniéndolo junto a Nueva Alianza y MC como partidos satélites.

Luego, añade, el morenovallismo se amplió con el control de dos partidos locales: Partido Compromiso por Puebla y Partido Pacto Social de Integración. El control político se reflejó en la aprobación de partidos y el Congreso en asuntos como la “ley bala”, la privatización del servicio de agua y los cambios legales para quitarles los registros civiles a las juntas auxiliares y controlar los “órganos autónomos del estado”.

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