¿Qué está en juego?

En las ‘midterm’ se deciden los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 que conforman el Senado.

Los congresistas de la cámara baja se eligen cada dos años, por lo que ésta se renueva en su totalidad tanto en elecciones legislativas como presidenciales. El número de representantes por estado se basa proporcionalmente en el número de habitantes de cada estado.

En cuanto a los senadores, éstos cumplen mandatos de seis años, por lo que cada dos se renueva tan sólo un tercio de la cámara. En total hay 100 senadores, dos por cada estado, al margen de su población. En esta ocasión, coincide que la mayoría de los 35 senadores que enfrentan la reelección son demócratas: 26 frente a 9 senadores republicanos.

El próximo martes también se eligen los gobernadores de 36 estados federados, así como los de otros tres territorios que no tienen la consideración de estado. También están en juego más de 300 alcaldías, entre ellas la de la capital, Washington.

Por otra parte, esta campaña es una oportunidad para que algunos candidatos empiecen a aumentar sus perfiles en el bando demócrata, que de momento no cuenta con un líder claro para las presidenciales de 2020.

¿Cuáles son los posibles escenarios?

Dependiendo de lo que ocurra el día 6, se barajan principalmente tres escenarios. El más probable, según las encuestas, es un Congreso dividido: que los demócratas recuperen la Cámara de Representantes pero los republicanos conserven el Senado. Una mayoría demócrata en la cámara baja cortaría el margen de maniobra de la política de Trump y permitiría a los demócratas promover proyectos de ley encaminados a reformar el Gobierno -endurecer las reglas de financiación de campaña, por ejemplo-, aunque es improbable que después los republicanos del Senado se enfrentasen al presidente, y en EEUU ambas cámaras deben aprobar cualquier legislación.

Además, seguramente se iniciaría una carrera interna para ocupar el liderazgo de una mayoría demócrata en la Cámara, ya que varias voces llaman a sustituir a la actual líder de la minoría, Nancy Pelosi, por alguien más joven.

La segunda posibilidad es que los demócratas consigan recuperar ambas cámaras, lo que les daría el poder de bloquear a los candidatos de Trump a puestos de la Administración y la judicatura. Además, pondría a Trump en el brete de tener que trabajar con un Congreso demócrata -y decidir si está dispuesto a hacer concesiones- con las presidenciales de 2020 en el horizonte.

Este segundo escenario es más improbable porque este año los demócratas tienen más que perder en el Senado: tienen que defender 26 escaños, diez correspondientes a estados en los que ganó Trump en 2016, mientras que los republicanos, en el peor de los casos, sólo pueden perder 9 (y de esos nueve, siete son de estados donde ganó Trump), por lo que es más difícil que esta cámara dé la vuelta. Por este motivo, si los demócratas lograsen la mayoría en la cámara alta, sería por un margen muy estrecho.

Finalmente, el resultado más favorable para Donald Trump, y también el más improbable, sería uno en el que los republicanos mantuviesen la mayoría tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. Esto daría una segunda oportunidad al presidente y al partido republicano para acabar definitivamente con el Obamacare y tratar de introducir recortes en otros programas sociales. Además, los republicanos tendrían vía libre para seguir avalando a los candidatos de Trump al Tribunal Supremo y consolidar su giro conservador, e incluso permitiría a Trump nombrar a un nuevofiscal general, si finalmente decide despedir a Jeff Sessions, a quien ha criticado duramente en reiteradas ocasiones.

¿Y el impeachment?

Es una posibilidad bastante remota, según fuentes diplomáticas. Con el Senado en manos de los republicanos, es prácticamente impensable que los demócratas logren los dos tercios de apoyo necesarios para sacar adelante una moción de censura contra el presidente. Y, aun en el caso de que los demócratas ganaran en ambas cámaras, el cálculo político para lograrlo se presenta muy complicado, ya que lograr esos dos tercios de respaldo requeriría votos republicanos.

Entonces, un hipotético impeachment sería un gesto sobre todo político, el cual no sería visto con buenos ojos por los votantes, según reiteran oficiales diplomáticos de EEUU. En cambio, si los demócratas logran la mayoría en la Cámara de representantes, es más probable que opten por promover investigaciones sobre los escándalos de la Administración Trump, ya que controlarán los comités de esta cámara.

La participación, clave

Tradicionalmente, las elecciones de medio mandato tienen una participación significativamente inferior que las presidenciales: mientras que en éstas vota en torno al 60% del electorado, en las ‘midterm’ el porcentaje se queda entre un 35 y un 37%. Sin embargo, de acuerdo con fuentes diplomáticas de la Embajada estadounidense, en esta ocasión sí se percibe “un entusiasmo mayor del habitual”por las legislativas, unos comicios en los que, por lo general, sólo acuden a votar los sectores más militantes.

La baja participación es un escollo sobre todo para los demócratas, ya que los jóvenes y las clases trabajadoras votan menos en las legislativas. Por eso es vital para los demócratas movilizar a los votantes el día 6 (que es laborable en EEUU), mientras que para los republicanos el reto es mantener la lealtad de quienes votaron por Trump en 2016.

¿Un referendo sobre Trump?

La cuestión está no tanto en ‘quién’ gane sino en ‘por cuánto’. Una victoria aplastante de un lado u otro podría entenderse como una validación de la política de Trump, o todo lo contrario. Según oficiales de la Embajada, en las ‘midterm’ influyen otros factores a nivel local y regional ajenos a la política nacional, por lo que en principio no tendrían por qué tener un carácter plebiscitario sobre la gestión del presidente. Sin embargo, el propio Trump ha planteado estas elecciones en clave nacional, lo que ha contribuido a la percepción de estos comicios como un ‘examen’ de su Administración.

¿Qué dicen las encuestas?

Las últimas encuestas recogidas por ‘RealClear Politics’, a fecha de 29 de octubre, apuntan que los demócratas tendrían prácticamente asegurados 205 escaños en la Cámara de Representantes y los republicanos, 201, con 29 ‘seats’ todavía en liza (‘toss ups’).

En cuanto a la carrera por el Senado, el cómputo de la cámara alta quedaría con 50 escaños en manos republicanas (incluyendo cuatro de los nueve escaños republicanos que están en liza el día 6) y 44 ‘seats’ demócratas (incluyendo 14 de los 26 que se decidirán en las urnas), con 6 escaños aún en el aire.

Pese a que la favorable coyuntura económica estadounidense, que podría favorecer a los republicanos, históricamente lo habitual es que en unas elecciones de mitad de legislatura el partido del presidente pierda escaños. Sólo en con contadas excepciones ha ocurrido lo contrario, como en las elecciones legislativas de 2002, en el ecuador del primer mandato de George W. Bush.

También según ‘RealClear’, tras las legislativas, de los 50 estados federados, 19 tendrán un gobernador demócrata, y los republicanos gobernarán en 22, con los nueve estados restantes (de los 36 cargos que están en juego) aún en duda.

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