Por: Daniel Zainos y Nilsa Hernández | Milenio

La torta, la mochila y el tortillero son algunos de los objetos que, decorados con el escudo de un partido, llevaban a multitudes a las calles, llenaban mítines y, posiblemente, generaban un cruce en la boleta.

Hoy, estas prácticas se trasladaron al terreno digital, acrecentadas por la pandemia de covid-19, los acarreados toman los espacios digitales, cambian la plaza pública física por la virtual. El acarreo es una práctica política que permite reunir a cierto número de personas –dependiendo el evento– a través de una contraprestación para que participen en una manifestación o apoye a algún partido, funcionario o candidato.

“Se piensa que mientras mayor sea el número de personas que participen, se demostrará la ‘fuerza’ política con la que se cuenta. Aunque los participantes no sepan ni por qué han asistido a ‘hacer bola’, escribió el doctor en Derecho Constitucional Alfonso Jaime Martínez Lazcano,del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Los acarreados, trasladados al mundo digital, cambian las frases de apoyo y las consignas partidistas por likes, retuits y posts, como si ambas realidades sucedieran de la misma forma.

“Las prácticas políticas ya existentes offline se están reproduciendo en lo online un acarreo político on-life en donde ya no sólo varios partidos se están circunscribiendo al acarreo político que conocíamos tradicionalmente, sino que ahora lo llevan a lo digital”, dijo a MILENIO el experto en tecnopolítica Luis Josué Lugo.

Los acarreados, a diferencia de los bots, postean o se expresan en el mundo digital de forma individual. Este último grupo muchas veces se vende en forma de paquete, en “granjas de bots”, que consiguen likes a costa de comentarios racistas, clasistas y lo que sea necesario.

“Equis granja le vende un paquete a equis político y la garantiza posicionamiento, le garantiza, likes, le garantiza interacciones y en algunos casos les garantiza trends; estas granjas de bots muchas veces funcionan como legiones, son legiones de chavitos de 15-20 años que están tuiteando todo el día”, explicó Lugo.

Muchas de estas últimas “estrategias” son pagadas con el presupuesto que se asigna a comunicación social. Sin embargo, para el acarreo digital, grupos o actores políticos han decidido presionar a trabajadores de las instituciones públicas, así como condicionar la entrega de apoyos económicos mediante programas sociales –normalmente dirigidos a sectores vulnerables– para poner en marcha acciones conectivas; todo con dinero público.

“Es un narcisismo político en donde se gasta dinero público de una forma demagógica para tener a ciertos sectores vulnerables de tu lado para formar cuadros que luego voten por ti”, puntualizó Lugo Sánchez.

Salario Rosa, un caso de acarreo

Ana, una habitante del Estado de México, fue beneficiaria del Salario Rosa por más de un año, hasta que salió a trabajar y no tuvo más tiempo para seguir “apoyando” con compartir publicaciones en favor del gobernador Alfredo del Mazo.

“Tuve la necesidad de trabajar y tengo un horario de entrada y un horario de salida, entonces ya no puedo hacer las labores que me indican”, relató a MILENIO.

–¿Cuáles eran las acciones que le pedían realizar?

“Era ir a avisarle a la gente de las despensas o sobre algún beneficio que hubiera”.

–Me comentaron que tenían actividades en redes sociales, ¿esto es cierto?

“Sí, también eso, y la verdad a mí no me dan permiso de tener mi teléfono en horas de trabajo”.

–¿En qué consistían estas actividades? “Era mandar tuiters (sic)”

La mexiquense explicó que así como ella, varias conocidas perdieron el apoyo, pues por sus horarios de trabajo “no pueden hacer las tareas que les indican”. Para Ana, la pérdida de esta ayuda representa un conflicto, ya que con éste podía comprar su despensa.

El Salario Rosa es un programa social del gobierno del Estado de México con el que se “reconoce el esfuerzo de las amas de casa mexiquenses; brinda capacitación para el autoempleo, asesorías psicológicas y jurídicas, apoyo económico y atención a la salud”, se explica en un video publicado en Twitter a través de la cuenta de Del Mazo.

Una esperanza: la contrapolítica

“Afortunadamente en lo digital todavía hay una posibilidad de que a mí no me gusta lo que está haciendo cierto personaje con un hashtag que mandó a hacer y existe esta posibilidad de contrapolítica y de denuncia”, aseguró Josué Lugo.

Sin embargo, el especialista en Innovación Tecnológica y Ciencias Políticas alertó que cada vez se quiere legislar más en México porque hay mucho miedo que la gente tenga libertad para expresar sus propios discursos.