El sonido de tambor y de cascabeles anuncia la presencia de la emblemática figura de la cuaresma en Sonora: El fariseo, un hombre cuyo espíritu se encuentra en personificación.

Para mayos y yaquis etnias que radican en Sonora, es una tradición que se realiza año con año cuando inicia el periodo denominado como cuaresma en la tradición católica, específicamente el miércoles de ceniza.

En este tiempo cientos de hombres, se colocan la máscara que les quita la cualidad humana y se convierten en este personaje, un espíritu de antepasados que representa el mal, persiguen a Cristo para crucificarlo. Los fariseos cometen actos irreverentes e irrespetuosos pues se dice que es hasta el “Sábado de Gloria” cuando son bautizados.

La vestimenta que portan se caracteriza por pantalones y camisa, huaraches, cascabeles en los brazos, piernas y cintura y no puede faltar la singular mascara con las que guardan su identidad y muestran solo el espíritu del personaje que se encuentra en su ser.

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Los cascabeles se usan en brazos, piernes y cintura. Foto: Cuarto Oscuro. 

Las mascaras son el elemento especial, muchas se ven como demonios, algunas estas hechas con pieles de animales, una artesanía que destaca el talento de artistas sonorenses.

Los hombres en el cuerpo de fariseos guardan penitencia a cambio de un favor de Dios cumplido o en espera, durante este periodo no hablan, solo se comunican con señas o gestos, no se bañan, tiene prohibido consumir bebidas alcohólicas y no deben tener relaciones sexuales

Se realizan diversas procesiones en las denominadas “Ramadas”, espacios contemplados para llevar a cabo rituales, danzas originales de los pueblos indígenas, y donde además muchos de ellos sino la mayoría se quedan a dormir.

Al final de la cuaresma, el mismo día del bautizo también se realiza la quema de máscara, con la que celebran la vida, los hombres que personificaban a los fariseos renuncian a sus errores y se comprometen a un nuevo ciclo libre de pecado.