Un confuso, inédito y raro incidente tiene a un empresario automotriz y a su esposa con mucho temor en Turquía luego de que se revelara que un ex empleado de éste habría intentado asesinarlos usando una bebida a la que le agregó saliva con coronavirus, esto luego de ser denunciado de quedarse con un dinero que su jefe le encargó para que lo llevara a la oficina.

El periódico local Hurriyet, Ibrahim Unverdi, dueño de una concesionaria automotriz en Andana, le entregó a Ramazan Cimen, su trabajador durante tres años, el dinero de la venta de vehículos. Sin embargo, este último no llevó los 30 mil dólares (más de 600 mil pesos) que faltaban afirmando que le pasó ese monto a un hombre que le había prestado dinero y le estaba cobrando intereses.

Esa situación generó que Unverdi lo denunciara en los medios, afirmando además que el hombre no contestaba las llamadas en un comienzo, desconociendo su paradero y el del dinero en los primeros días.

Posteriormente, según se revela en el mismo medio, Cimen compró saliva de un enfermó con covid-19 por 70 dólares ( poco más de mil 400 pesos) e intentó colocarla en la bebida de Unverdi, pero este último no alcanzó a tomarla debido a que otro empleado le alertó.

“Esta es la primera vez que escucho de una técnica de asesinato tan extraña. Gracias a Dios no me enfermé. Dios siempre está con los buenos”, dijo el afectado.

Luego de no beberla, el sospechoso comenzó a enviar una serie de mensajes amenazantes a él y a su esposa, Dilek Unverdi, quien ha afirmado a los medios tener temor de salir a la calle y encontrarse a l sujeto, quien es buscado por las autoridades.

Entre los supuestos mensajes mostrados por el empresario, el sospechoso le habría dicho que “no podría matarte con el virus. Te dispararé en la cabeza la próxima vez”.

“Preferiría que me matara en lugar de intentar infectarme con el virus. Mi madre y mi padre tienen una enfermedad crónica. Si me contagio con covid-19, podría haber infectado a mi familia y a los que me rodean (…) Al menos si me disparara en la cabeza, yo sería el único en morir. No hay necesidad de ser tan malvado”, dijo el dueño de la concesionaria automotriz. “Mis hijos y yo no podemos salir de casa.

Parece que estamos en la cárcel en nuestra propia casa. Confío en la justicia y quiero que este hombre reciba el castigo necesario (…) Vivimos cara a cara con la muerte. No está claro de dónde vendrá este hombre y qué nos hará. No queremos vivir con este miedo a la muerte”, dice su esposa.