Por: Jesús Ibarra | Somos Noro

Hermosillo, Sonora.- Enfrentar la pandemia en dos frentes es lo que ha caracterizado a la doctora Susana Berenice Jiménez Ayala.

Ella es médico urgenciólogo de la clínica 14 del IMSS en Hermosillo, un hospital que ha estado enfocado en el tratamiento y atención de pacientes aquejados por el Covid-19 desde el año pasado.

Jiménez Ayala no solo recurre a la ciencia médica y a los protocolos de salud establecidos. Es una madre y mujer de enorme fe cristiana.

Su devoción por el catolicismo despertó la iniciativa por acercarse a la Arquidiócesis de Hermosillo y plantear la idea de llevar a los hospitales a un grupo de sacerdotes para ofrecer un mensaje de fe y esperanza a los pacientes, y también a sus familiares, en momentos críticos.

“Yo le pedía a Dios que no hubiera algo que superara a la (tragedia) Guardería ABC”, dijo en entrevista para #SomosNoro.

Susana Berenice relató que el poder atender a las personas, a través de la medicina, y darles la oportunidad de orar al interior del nosocomio ha hecho más pasajero el tránsito de emociones en esta pandemia, que ya ha dejado al menos 4,321 muertes y 54,285 casos acumulados en Sonora.

La situación en los hospitales de Hermosillo es la más crítica de todo el estado, por lo que era necesario reforzar la fe, no sólo entre pacientes, sino entre el mismo personal médico.

“El día que se declara la pandemia hay un cambio radical en los ambientes, se respiraba miedo y bastante incertidumbre”.

“De ahí nace la idea de meter a un sacerdote para que le diera la unción a los enfermos”, dijo.

Su idea se hizo realidad en el mes de junio cuando los presbíteros Jorge Daniel Estrella, Marco Vinicio Félix, Gabriel Acuña y Martín Gerardo Hernández fueron capacitados en protocolos sanitarios por la doctora Jiménez Ayala para brindar apoyo a las familias de los afectados en los hospitales y las áreas Covid.

 

Del rezo a la familia

Para Susana Berenice la otra parte que sigue siendo muy dura es el distanciamiento que tiene que guardar con su familia, sobre todo con su madre e hija.

Es duro, como ha sido para todo el personal médico, pero necesario en esta etapa coronavírica donde empieza a haber un faro de luz al final con la llegada de las primeras dosis de la vacuna a Sonora.

“A nivel personal, yo he decidido llevar a mi hija con mi mamá. Ha sido muy difícil, extremadamente difícil estar separadas”.

“Pero yo vivo para dos amores, que son mi familia y mi profesión”, aseguró.

A pesar de que el Covid-19 ha afectado a más de 6 mil 800 trabajadores de la salud en Sonora, y ha cobrado la vida de al menos 81 de ellos, la doctora Jiménez Ayala trata de enfocar su visión en un ángulo positivo para seguir adelante con su impulso profesional y su fe: “Yo no creo que con el Covid todo sea malo, nos ha enseñado el fortalecimiento en las relaciones”.

“El cuidarnos está en nuestras manos”, concluyó.

Y la fe está en todos lo que atiende.

 

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