El camino para conseguir la primera vacuna contra la COVID-19 avanza en varios países del mundo. Tailandia habla de comenzar a probarla con humanos en noviembre, pero otros, como en Reino Unido, señalan que hasta mediados de 2021.

El Reino Unido podría empezar a implementar una vacuna contra la COVID-19 en la primera mitad de 2021, si los ensayos que está realizando el Imperial College London resultan exitosos, indicó este domingo uno de los científicos que lidera la investigación.

El profesor Robin Shattock, que dirige el equipo de desarrollo de una vacuna en el Imperial College de Londres, afirmó que si la investigación marcha “realmente bien”, habría suficientes dosis disponibles para la ciudadanía de todo el Reino Unido.

Advirtió, no obstante, de que “no hay certeza” acerca de que alguno de los candidatos a vacuna que se están desarrollando en la actualidad dé resultados, ya que depende del nivel de inmunidad necesaria para prevenir la infección.

En esta imagen sin fecha, proporcionada por el Imperial College de Londres, se muestra una posible vacuna para la COVID-19. Foto: Imperial College London vía AP

“Anticipamos que, si todo va realmente bien, obtendremos una respuesta sobre si (el candidato a vacuna) funciona a principios del próximo año y hemos establecido la infraestructura para fabricar esa vacuna en todo el Reino Unido”, dijo Shattock en declaraciones a la cadena Sky.

“Entonces, suponiendo que haya fondos para comprar esa vacuna, podríamos implementarla en todo el Reino Unido en el primer semestre del próximo año”, agregó.

A finales de junio, la prestigiosa universidad empezó a probar su candidato a vacuna en el primer voluntario sano y hasta ahora lo ha inoculado en unas quince personas, un número que se incrementará para incluir a entre 200 y 300 participantes más en las próximas semanas.

Según explicó Shattock, los científicos desconocen qué nivel de inmunidad necesita una persona para prevenir su contagio, lo que hace que la posibilidad de éxito sea “difícil de predecir”.

“Si sólo necesita una cantidad muy pequeña de inmunidad, sospecho que la mayoría de las vacunas que se están desarrollando realmente funcionarán, pero si necesita una respuesta inmune muy fuerte o una calidad particular de respuesta inmune, veremos cómo se podrá descartar a algunos de estos candidatos”, indicó.

Aunque la Universidad de Oxford también está llevando a cabo el estudio de su propia vacuna, pensar que podría estar disponible para este septiembre es algo que Shattock tildó de “muy optimista”, en parte debido al descenso en el número de contagios que vive el Reino Unido.

El experto afirmó además que considera “un riesgo muy bajo” la posibilidad de que ninguna de estas vacunas funcione.

“Creo que somos muy afortunados en el Reino Unido por tener dos candidatos muy fuertes, uno en el Imperial y uno en Oxford, y por lo tanto estamos bastante bien situados, pero aún no hay certeza de que ninguno de esos dos funcione”, recalcó.

BIONTECH APUESTA POR UNA VACUNA A FINALES DE 2020

La compañía biotecnológica alemana BioNTech espera obtener aprobación para su vacuna contra la COVID-19 y distribuir centenares de millones de dosis antes de final de año, según aseguró su consejero delegado en una entrevista con el diario Wall Street Journal.

La empresa se ha aliado con el gigante estadounidense Pfizer y con la china Shanghai Fosun Pharmaceuticals para producir a escala mundial más de mil millones de dosis de la vacuna durante 2021.

Ugur Sahin, consejero delegado de BionNTech, espera poder recibir aprobación para iniciar la fase 3, las pruebas clínicas más cruciales, a finales de julio con unas 30 mil personas elegidas aleatoriamente.

El directivo, hijo de inmigrantes turcos llegados a Alemania, espera que ese estadio en el desarrollo de la vacuna contra el virus SARS-Cov-2 quede completado a finales de año, momento en el que iniciarían las gestiones para obtener autorización de reguladores en todo el mundo.

“Nuestros primeros datos muestran que la candidata a vacuna puede producir anticuerpos a mayores niveles que en las personas que se han recuperado de la infección”, señaló Sahin al Wall Street Journal.

La empresa alemana espera poder empezar a producir masivamente dosis de la vacuna una vez tenga certeza de que es efectiva y segura en humanos incluso mientras está a la espera de la aprobación regulatoria.

Sahin estima que garantizar la inmunidad contra la COVID-19 alrededor del mundo puede llevar unos diez años, ya que en su opinión esa protección sólo llegará “cuando más del 90 por ciento de la población mundial haya sido inmunizada, a través de la infección o la vacuna”.

La empresa alemana espera poder empezar a producir masivamente dosis de la vacuna una vez tenga certeza de que es efectiva y segura en humanos. Foto: LM Otero, AP

BioNTech utilizará ARN mensajero o mRNA para promover la producción de ciertas proteínas que generan anticuerpos contra un virus.

Este tipo de vacunas son más fáciles de producir y la empresa alemana espera poder obtener una primera partida de la vacuna en un periodo de entre nueve y 11 días.

La compañía tiene como accionistas, entre otros, a Pfizer, la fundación Bill y Melinda Gates, Sanofi y una unidad de Roche Holding.

En su entrevista, Sahin reconoció que no sólo será importante la parte científica, logística y burocrática en la producción de la vacuna, sino también la aceptación popular.

BioNTech se suma a una carrera por la vacuna contra la COVID-19 que entre la iniciativa privada tiene entre sus principales aspirantes a Moderna, AstraZena y Johnson & Johnson.

TAILANDIA COMENZARÁ PRUEBAS EN HUMANOS EN NOVIEMBRE

Un equipo de investigadores de Tailandia comenzará a realizar pruebas con humanos de una vacuna contra la COVID-19 en torno al próximo mes de noviembre, que de ser exitosa, podría ser distribuida el año que viene, según anunciaron este domingo miembros del equipo.

Tras unos resultados positivos con simios el pasado mes de mayo, dos tipos de vacunas serán enviadas a San Diego (Estados Unidos) y Vancouver (en Canadá), para producir 10 mil dosis para noviembre, indicó Kiat Ruxrungtham, director del centro de investigación de vacunas la Universidad de Chulalongkorn, en Bangkok, en una rueda de prensa.

Tailandia comenzará a probar con humanos una vacuna contra la COVID-19 en noviembre. Foto: Diego Azubel, EFE

La vacuna, desarrollada en colaboración con un equipo de la Universidad de Pennsylvania, en Estados Unidos, se probará en una primera fase en unas 100 personas divididas en dos grupos: en primer lugar se inocularán diferentes dosis a un grupo de individuos de entre 18 y 60 años y después a otro grupo con edades comprendidas entre los 60 y los 80.

Si los resultados de la primera fase son positivos, se pasará a una segunda fase, en la que la muestra se ampliará a entre 500 y 1 mil personas.

Por el momento, el equipo de investigadores no acepta voluntarios, ya que las pruebas están pendientes de ser aprobadas las autoridades pertinentes, pero si éstas se vieran coronadas por el éxito, se prevé que la empresa BioNet Asia podría producir la vacuna a nivel masivo a partir del tercer o el cuarto trimestre de 2021.

Tailandia fue el primer país en detectar un caso de COVID-19 fuera de China, epicentro de la pandemia, pero de momento ha conseguido contener la misma mediante el cierre de fronteras y el uso extensivo de mascarillas, con 3 mil 217 casos confirmados y 58 fallecimientos.

ENSAYOS CLÍNICOS CONFIRMAN SEGURIDAD EN VACUNA RUSA SIN ELEMENTOS DE CORONAVIRUS

Alexánder Lukáshev, director del Instituto de parasitología médica y enfermedades tropicales y transmitidas por vectores, perteneciente a la Primera Universidad Estatal Médica de Moscú Séchenov, ha dado por exitosos los ensayos clínicos de una vacuna rusa contra el nuevo coronavirus que se llevaron a cabo en la universidad en un grupo de voluntarios.

En un comentario concedido a RIA Novosti, Lukáshev ha declarado que “en esta etapa se demostró la seguridad de la vacuna”, que corresponde con el nivel de seguridad “de las vacunas que actualmente están en el mercado”.

Micrografía electrónica de barrido coloreada de una célula apoptótica (púrpura) muy infectada con partículas del virus SARS-COV-2 (amarillo). Foto: @NIAIDNews vía Twitter.

Los ensayos clínicos comenzaron en la Universidad Séchenov el 18 de junio y tenían como objetivo evaluar los efectos de la vacuna contra la COVID-19 creada por el Instituto de Investigaciones de Epidemiología y Microbiología Gamaleya. La vacuna, creada de forma artificial sin ningún elemento del coronavirus en su composición, está en forma liofilizada y representa un polvo para preparar una disolución administrada por vía intravenosa.

“El medicamento es una vacuna adenoviral recombinante que, de hecho, no es una vacuna viva y fue creada artificialmente”, ya que “no contiene partes del coronavirus, aunque su principio de acción es que debe inducir inmunidad, una respuesta inmune similar a la respuesta inmune que se produce en el cuerpo contra el coronavirus”, destacó Vadim Tarásov, director del Instituto de farmacia y medicina trasnacional de la Universidad Estatal de Medicina de Moscú Séchenov al mismo medio.

En la investigación han participado 38 voluntarios en total. Algunos de ellos presentaban reacciones posvacunales durante las primeras horas después de la inyección, como un ligero aumento de la temperatura y dolores de cabeza, entre otras, que desaparecieron por sí solas durante el día, señalaron desde la universidad.

La semana pasada, el Ministerio ruso de Defensa informó que ninguno de los 18 participantes en las pruebas clínicas de una vacuna rusa contra el coronavirus ha experimentado efecto secundario alguno. La vacuna fue administrada a los voluntarios el 18 de junio en el hospital militar Burdenko de Moscú. “Los voluntarios del primer grupo […] se sienten bien y no tienen quejas sobre su estado de salud. En las últimas dos semanas no se han detectado efectos no deseados graves”, indicó el Ministerio.

Los integrantes del segundo grupo, a los que se les inyectó sólo el primer componente el 23 de junio, también se encuentran bien. El segundo componente se les inyectará cuando hayan pasado 21 días desde el inicio del experimento, precisó el organismo.

En la investigación han participado 38 voluntarios en total. Foto: EFE

El primer grupo de voluntarios que probó el invento será dado de alta el 15 de julio, mientras que el segundo el día 20, y los especialistas seguirán vigilando su respuesta inmune.

Para los ensayos clínicos, todos habían pasado por una revisión médica exhaustiva, incluyendo una prueba para determinar la ausencia de anticuerpos del coronavirus, y habían sido aislados por dos semanas antes de la inyección de la vacuna experimental y el inicio de la investigación. Su estado de salud será monitorizado durante seis meses después del alta médica.

A diferencia de los fármacos, cuya eficacia es estimada por sus efectos en las personas que ya tienen cierta enfermedad, las vacunas experimentales se administran a personas sanas que luego se ven expuestas al microorganismo nocivo. Después de meses o años de observación, los científicos pueden considerar su invento como exitoso si aquellas personas no se contagiaron tras la inyección.

Normalmente las vacunas experimentales son probadas en miles de personas que residen en zonas de contagio, aunque también es común que estos estudios involucren a unas decenas de voluntarios que son vigilados por los médicos por si presentan síntomas de la enfermedad tras ser infectados.

De esta manera, los investigadores pueden decidir si merece la pena seguir con el desarrollo de la vacuna probada o si es mejor buscar otro remedio.