Aun con las deudas que arrastran con los bancos, en lo que se considera “la peor recesión en la historia de la hotelería en México”, estos establecimientos continuarán permitiendo el alojamiento gratuito de médicos que participan en la atención del COVID-19, informó Rafael García, presidente de la Asociación de Hoteles de la Ciudad de México.

Con el paso de la capital al semáforo epidemiológico color naranja se permitió desde el pasado 1 de julio la reapertura de los hoteles al 30% de su capacidad.

Actualmente, indicó García, alrededor de mil habitaciones diarias son destinadas por su asociación a la iniciativa de hospedaje de médicos.

“Seguimos dando la gratuidad a todo el sector salud, incluidos los médicos cubanos, a todo el sector de hospitalización, que son enfermeras y doctores. Se sigue con ese programa, no se ha suspendido, y hasta que se pueda. Los doctores siguen saliendo a los hospitales, necesitan nuestro apoyo, y en eso estamos, no lo vamos a retirar”, afirmó.

El presidente de la asociación hotelera, que congrega a 610 establecimientos de la capital con 53 mil habitaciones, subraya que se reforzarán medidas de higiene y distanciamiento social para permitir la convivencia entre médicos y nuevos huéspedes. Una de dichas medidas, agrega, será destinar pisos o pasillos estrictamente al uso de los trabajadores de la salud, aislados del resto de habitaciones.

“Definitivamente se separarán por pisos, los médicos estarán en otro piso, se separarán por áreas; tenemos los hoteles vacíos, todavía no hay gente, entonces pueden seguir en su piso con su área bien separada, y los clientes que van llegando estarán en otro piso”, expuso.

La Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) de la Ciudad de México informó a Animal Político que 1,155 trabajadores de la salud se encuentran hospedados en hoteles que forman parte del programa, con corte al pasado 29  de junio.

A lo largo de la emergencia sanitaria, precisó la dependencia, han usado el servicio más de 3,200 personas; actualmente están disponibles 311 hoteles con una oferta de 3 mil 050 habitaciones.

García indicó que el alojamiento de trabajadores de la salud sirvió para que los hoteleros aprendieran a aplicar medidas estrictas de higiene que ahora mantendrán durante la reapertura.

“Esto nos ha enseñado algo: a cuidarnos; nos ha enseñado mucho a tener unos cuidados muy fuertes, hemos aprendido protocolos que nunca habíamos tenido que aplicar, y uno está aprendiendo a convivir con esta enfermedad a largo plazo, porque sabemos que no porque ya nos dieron permiso de abrir ya se acabó la pandemia, al contrario, estamos en la etapa tal vez más crítica, porque puede haber un rebrote”, advirtió.

Partir desde el 3%

Los hoteles de la capital buscan recuperarse de un desplome sin precedentes en las cifras de ocupación, que en marzo, mayo y junio cayó a un promedio del 3%. En julio, el primer mes de su reapertura, la hotelería espera elevar su nivel de ocupación, al menos, a un 14%, lo que proveería de ingresos mínimos para el pago de nóminas, explicó García.

“Venimos de la peor recesión en la historia de la hotelería y la gente está entusiasmada en trabajar y volver a la normalidad”, resumió.

Un informe elaborado por la asociación indica que, al 1 de julio, ha habido pérdidas acumuladas en el sector por 7 mil millones de pesos. Se espera que la cifra suba a 12 mil 340 millones de pesos al final del año.

“No lo vemos fácil, existe mucha preocupación de todo el personal y directivos, y lo que esperamos es soportar este mes y que para agosto ojalá estemos en semáforo amarillo y ya podamos llegar al 40 o 50% de ocupación, que se active más la economía, que la gente pueda venir a la ciudad, porque ahorita los que están viniendo son exclusivamente los que vienen por necesidad, se llama turismo de necesidad. Lo único que nos resta es sobrevivir estos meses, julio y agosto, en pérdidas”, expuso García.

El presidente de la asociación hotelera detalló algunas de las medidas sanitarias implementadas en los establecimientos: se utilizan tapetes con cloro y termómetros en el ingreso; el uso de elevadores se restringió a máximo dos personas; en las habitaciones se desinfectan apagadores, manijas, llaves de agua y controles remotos, y se retiraron artículos de ornamento; una vez limpias, las habitaciones se dejan sin utilizar dos días para que se ventilen; la ropa se lava con agua caliente a 60 grados.

“Tenemos que tener muchísimo cuidado para que nuestros clientes se sientan seguros y nuestros trabajadores estén seguros”, sostuvo García. “Entonces se ha invertido mucho tiempo y dinero en protocolos, en todo lo que es la preparación (para la reapertura), y es una inversión más que nos está costando, y definitivamente estamos preocupados porque sabemos que lo más difícil viene ahorita, porque ya es trabajar perdiendo más dinero”.