Por: Jesús Villegas | Corte de Caja

El 28 de octubre de 1991 cerca de la isla Sable en el Océano Atlántico el choque de una borrasca de aire frío continental con otra de aire caliente provocaron una anomalía atmosférica calificada como “tormenta perfecta”, evento que en su versión para la pantalla grande mostró el temple del capitán Billy Thyne (George Clooney) para enfrentar lo inesperado y el peor de los escenarios, algo muy similar al impacto imprevisible y destructivo que el Covid-19 está causando a nivel mundial, y que en el caso de Sonora nos impactó teniendo el mando del timón de nuestro buque a Claudia Artemiza Pavlovich Arellano.

Así como la soviética Anna Ivanovna Shchetinina en 1935 se convirtió en la primera mujer capitana de marina mercante del mundo, la magdalenense se convirtió en 2015 en la primera mujer gobernadora de Sonora y en una de las 9 mujeres que al día de hoy han logrado dicho cargo en México. 

Si bien su desempeño y el de su gabinete en casi 5 años de gobierno es motivo de amplio debate que dará pie a posteriores análisis, hoy en día todos los sonorenses estamos a expensas de su desempeño al mando del timón del barco sonorense, amenazado como nunca antes por la emergencia sanitaria, económica y de seguridad pública, que entre otras olas amenazan con hacer naufragar al navío o al menos a gran parte de su tripulación.

En medio de esta tormenta perfecta los empresarios y organismos que los representan han levantando la voz ante el gobierno federal y el estatal para exigir acciones urgentes que permitan salvar del naufragio a la mayor cantidad de unidades económicas sonorenses, en especial a las mipymes que generan casi el 80% del empleo. 

De estos organismos, la Coparmex Sonora Norte a través de su dirigente Arturo Fernández Díaz González, ha señalado con vehemencia las limitaciones de los programas de apoyo hasta hoy anunciados, subrayando que en el caso de los apoyos estatales solo podrían alcanzar a cubrir las pérdidas equivalentes a solo 1 día en los 90,642 establecimientos que contabilizan, los cuales padecen ya un índice de mortandad de 300 empresas diarias. 

En su crudo análisis urge a un golpe de timón en el ámbito federal y estatal para hacer frente a la situación, poniendo énfasis en la urgencia de reactivar cuanto antes la economía sonorense para detener la sangría que calculan en $800MDP al día, sin descuidar la implementación de mejores prácticas de prevención de contagios y con ello aprender a coexistir, sin dejar de ser productivos, con un virus que podría estar presente por años. 

Finalmente, el saldo de la pandemia lo calculan en 60,000 nuevos desempleados en Sonora, lo cual impactaría en el sustento de hasta 240,000 sonorenses, incrementando aún más las actuales cifras estatales de población vulnerable y en pobreza, así como un alza inminente a la ya desbordada ola de inseguridad en todas las ciudades de Sonora, incluyendo de donde son originarios la gobernadora y el aún Secretario de Seguridad Pública Federal.

Suele decirse que después de la tormenta viene la calma, sin embargo en estos tiempos inéditos lo que sigue puede ser aún más peligroso, ante ello quien hoy controla el timón sonorense debe mostrar mano firme para tomar decisiones difíciles e incluso hacer sacrificios para salir avante y estar preparados para futuras tormentas.

Ante lo anterior, la lógica le demanda al gobierno estatal realizar cuanto antes un recorte sin precedente en gastos no prioritarios, que adelgace para siempre a un gobierno urgido de adaptarse a las demandas actuales de austeridad y eficiencia, y que destine más recursos para salvar vidas y fuentes de empleo, de lo contrario el barco no solo pudiera perder parte de su tripulación sino también quedarse sin diesel en medio de la tormenta. 

Lo que hoy requerimos es la versión femenina del capitán Richard Phillips al mando del Maersk Alabama y no la de Edward John Smith al timón del Titanic.