La vigilancia epidemiológica es indispensable para identificar, medir y analizar problemas y condiciones de salud que afectan a la población mexicana. Se trata de un instrumento de información para tomar decisiones sanitarias, prevenir enfermedades o controlar padecimientos recurrentes, de acuerdo con la Secretaría de Salud (SSA).

A pesar de ser “de vital importancia” para “atender oportunamente a la población ante emergencias epidemiológicas, brotes y desastres”, el presupuesto para vigilancia epidemiológica cayó 7.1 por ciento entre 2019 y 2020, como proporción del presupuesto neto del “Ramo 12 Salud”.

El 22 de noviembre del año pasado, el Congreso de la Unión –con mayoría de Morena y sus aliados de bancada– dio luz verde al Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de 2020, que incluye un presupuesto aprobado de 532 millones 718 mil 50 pesos para vigilancia epidemiológica. Una cantidad inferior a la aprobada en el PEF 2019, por 553 millones 252 mil 416 pesos.

La caída presupuestaria del programa que depende de la Dirección General de Epidemiología (DGE) y del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece) no es la primera en los últimos 10 años. De hecho, entre 2010 y 2020, el presupuesto de vigilancia epidemiológica se contrajo 71.2 por ciento como proporción del presupuesto total anual en salud pública. Esta variación relativa implica que hoy en día, el Gobierno federal invierte menos de la tercera parte de lo que invirtió hace una década. Pero el descalabro fue gradual.

Durante los últimos tres años del sexenio del panista Felipe Calderón Hinojosa, la variación relativa del presupuesto aprobado de vigilancia epidemiológica fue negativa (-51.6 por ciento). En términos monetarios absolutos, esto implicó que el dinero del programa de la SSA pasó de 1 mil 290 millones 322 mil 437 pesos en 2010, a 787 millones 647 mil 244 pesos en 2012.

En los años de mandato del priista Enrique Peña Nieto, la vigilancia también sufrió un descalabro. Entre 2013 y 2018, la caída relativa presupuestaria fue de 3.1 por ciento, mientras que la variación absoluta supuso una reducción de 2.5 puntos porcentuales en seis años, de modo que el presupuesto de 2018 (618 millones 177 mil 804 pesos) resultó inferior al de 2013 (634 millones 173 mil 187 pesos).

La reducción presupuestaria en el sexenio peñanietista contrastó con el compromiso de la SSA de “consolidar e incrementar la vigilancia epidemiológica, la prevención y el control de las enfermedades transmisibles como VIH, Sida, Tuberculosis, Influenza y Dengue”, así como “expandir esquemas efectivos” de prevención y atención de accidentes y emergencias de salud, se lee en el “Programa de Acción Específico: Atención de Urgencias Epidemiológicas y Destastres 2013-2018”.

Sin embargo, en la última década, la caída presupuestaria del programa de vigilancia de epidemias coincidió con el declive gradual (todavía no recuperado) del gasto neto en salud por parte del Gobierno federal, como proporción del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Mientras que en 2010 México invirtió el 2.7 por ciento de su PIB en salud pública, en 2019 invirtió el 2.4 por ciento. Y para este año, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) destinó un gasto equiparable al 2.6 por ciento del PIB.

MODIFICACIONES PRESUPUESTARIAS

El presupuesto de vigilancia epidemiológica no siempre fue a la baja. Por ejemplo, cuando la pandemia de Influenza A-H1N1 golpeó a México entre 2009 y 2010, el Gobierno federal inyectó dinero al programa, para combatir al virus que causó la muerte de al menos 1 mil 244 personas en todo el país, de acuerdo con cifras del “Plan Nacional para la Preparación y Respuesta ante la Intensificación de Influenza Estacional o ante una Pandemia de Influenza” de la SSA y Cenaprece.

Los datos de la SHCP indican que entre 2008 y 2009, el presupuesto para vigilancia como proporción del presupuesto en salud pública fue 5.4 veces mayor. Y entre 2009 y 2010, el programa tuvo un aumento relativo de 45.9 puntos porcentuales.

Algo similar ocurrió entre 2015 y 2016, cuando el presupuesto para vigilancia aumentó 12.7 por ciento, después de una alerta internacional por el brote epidémico del virus del Zika.

A pesar de los periodos de “bonanza” y de la tendencia a la baja del presupuesto de vigilancia epidemiológica en los últimos 10 años, las cuentas públicas disponibles (2010 a 2018) de Hacienda refieren que hubo cuatro años en que la Cámara de Diputados aprobó recursos adicionales para cubrir los gastos del programa, así como cinco años en que los legisladores recortaron las previsiones aprobadas en un inicio.