Los integrantes de los contingentes de estudiantes, sindicalizados y miembros de organizaciones sociales, se deslindaron de los desmanes.

Pintas y daños en la puerta y paredes de Palacio Nacional, donde vive actualmente el presidente Andrés Manuel López Obrador, entre otros monumentos históricos, así como dependencias de gobierno y comercios, fueron parte de los desmanes que empañaron ayer la marcha conmemorativa por el quinto aniversario de la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa.

Dicha movilización fue encabezada por los padres de los normalistas desaparecidos el 26 y 27 de septiembre de 2014, y en ella participaron unas 4 mil personas, entre ellos estudiantes de Ayotzinapa y de diversas escuelas y universidades, así como integrantes de organizaciones sociales y sindicales.

Fue cerca de las cuatro de la tarde cuando inició la movilización, luego de celebrarse una misa, al pie del Ángel de la Independencia, en honor a los estudiantes desaparecidos. Todo iba con normalidad y en paz. Los contingentes lanzaban consignas contra el “Estado asesino”, exigían la aparición con vida de los 43 y hacían el pase se lista.

Sin embargo, algunas personas hicieron pintas en las bases y bustos ubicados sobre Paseo de la Reforma.

Pero luego de 20 minutos de caminata, a casi dos kilómetros del Ángel de la Independencia, comenzó la violencia. Un grupo de anarquistas rompió los cristales del restaurante La Gloriosa, en la planta baja del hotel Le Meridien.

A partir de ahí, el grupo, en el que había hombres y mujeres que vestían de negro y tenían el rostro cubierto con pasamontañas, rompió cristales de cuanto inmueble se toparon en el camino.

Dañaron la fachada de las oficinas de la Secretaría del Bienestar, del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México y de la Secretaría de Relaciones Exteriores, entre otras dependencias de gobierno. También pintaron algunos monumentos ubicados en los alrededores de la Alameda y Bellas Artes.

Pero, sin duda, los más dañados fueron los bancos, restaurantes, hoteles y demás comercios ubicados en avenida Juárez, y es que sus cristales fueron rotos, las fachadas pintadas y en algunos casos hasta saqueados, como se presentó en la librería Gandhi, que además sufrió quemas.

Los integrantes de los contingentes de estudiantes, sindicalizados y miembros de organizaciones sociales, se deslindaron de los desmanes.

Cerca de las seis y media de la tarde, una vez que la totalidad de los contingentes estaba en la Plaza de la Constitución, algunos vándalos golpearon con mazos y tubos las puertas de Palacio Nacional; otros lo pintaron con aerosol.

En todo el trayecto no se vio la presencia de la policía, pero al final se reportó que hubo 30 negocios y oficinas públicas afectados, los cuales se resguardaron una vez dañados.