Por: Fuerza Migrante
Este jueves, el presidente Donald Trump reconoció públicamente que la política migratoria de su administración ha afectado negativamente a sectores fundamentales de la economía como la agricultura, el hotelería y los servicios. Lo que empresarios, agricultores y empleadores han señalado en voz alta, la comunidad migrante lo ha vivido en carne propia desde hace años: la ofensiva migratoria está desmantelando silenciosamente a la fuerza laboral que sostiene a Estados Unidos.
“Nuestros agricultores y trabajadores del sector hotelero y del ocio han estado relatando que nuestra agresiva política migratoria les está quitando excelentes trabajadores con muchos años de experiencia, y que esos empleados son casi imposibles de reemplazar”, escribió el presidente en su red Truth Social.
Desde Fuerza Migrante, movimiento binacional e independiente, consideramos relevante este cambio de tono. Valoramos que, se reconozca que las redadas, detenciones y deportaciones están impactando no solo a las personas migrantes, sino al funcionamiento mismo del país. Sin embargo, este reconocimiento es insuficiente si no se traduce en medidas concretas como una orden ejecutiva y una Reforma Migratoria humana que integre a los 11 millones de personas que han construido su vida en este país.
Hoy, mientras se militarizan ciudades como Los Ángeles y se intensifican las acciones de control migratorio con redadas, millones de familias viven bajo una psicosis colectiva. La narrativa de “seguridad nacional” ha sido utilizada para justificar un enfoque que, en la práctica, criminaliza el trabajo, la presencia y la vida cotidiana de la comunidad inmigrante.
Desde Fuerza Migrante hacemos un llamado respetuoso y firme:
- A garantizar que cualquier modificación a la política migratoria tenga un enfoque humano y proteja a todas las personas que viven desde hace más de 10 en Estados Unidos sin récord criminal.
- A cesar de inmediato las operaciones de detención en espacios sensibles como cortes, centros de trabajo, escuelas, hospitales e instituciones religiosas, donde debe prevalecer la protección y el respeto a los derechos humanos.
La comunidad migrante no puede seguir siendo perseguida. Es momento de que se le reconozca como lo que es: un pilar fundamental de la nación.