La desesperación por conseguir agua crece en Venezuela tras cinco días del apagón más grande registrado en el país.

 

 

 

 

Caracas, Venezuela.- La escasez de agua es uno de los estragos del apagón en Venezuela que ha llevado a los habitantes a la desesperación por conseguir el vital líquido.

La exasperación por el agua crece entre los venezonales tras cinco días del apagón más grande registrado en el país que ha desencadenado un verdadero caos.

Viven penurias

Una multitud sedienta trepaba para recoger agua que caía sobre el putrefacto río Guaire, en Caracas, desde el canal de concreto que bordea la corriente.

Cuando se enteraron de la existencia de la fuente, cientos corrieron con botellas, baldes y bidones desde el barrio popular de San Agustín. Unos resbalaban por la pared y caían a las corrientes contaminadas, entre ellos Keisy Pérez, una mulata de 23 años madre de dos niños.

“Uno tiene que venir a cargar agua. Me caí esta mañana (al río), ¡de vaina no me maté!”, gritaba enardecida al quejarse de tener varios días sin electricidad, agua ni comida. “¿Están esperando a que nos muramos?”, recriminó.

Por segundo día una multitud se acercó al punto ubicado en la neurálgica autopista Francisco Fajardo. Conforme se fue difundiendo la existencia del chorro, más personas caminaban apresuradas con envases para tratar de abastecerse, pero luego un grupo de militares les ordenó retirarse.

Enojados por la prohibición, varios vecinos trancaron la vía. “Tenemos la garganta seca”, protestaban frente a los militares.

“No nos dejan agarrar agua”, vociferó Carlos, habitante del barrio popular Hornos de Cal, acusando al gobierno de Nicolás Maduro de buscar con ello esconder una realidad cada vez más difícil para los venezolanos.

¡Queremos agua!, ¡queremos agua para darle a los cachorros (hijos)!”, gritaban a los militares unas 300 personas al borde de la autopista.

“No tenemos agua ni para beber”, dijo a AFP Marcel Galíndez, de 29 años, luego de cargar unos 20 litros del agua que caía desde un orificio en la parte alta del canal. “Tocará hervirla”, expresó con resignación. A su lado, una jovencita se lavaba el cabello con el agua que recién había recogido.

Una mujer rolliza cargaba un balde lleno de ropa que recién lavó en una fuente ornamental en el parque Los Caobos, una extensa zona verde en el centro de Caracas donde otros cientos se acercaban con botellas plásticas y cubetas para cargar aguas marrones estancadas.

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