Al final, se aprobó la reforma al artículo 19 constitucional.

 

 

 

 

 Si no fuera mujer, no me gritarían, lanzó Dolores Padierna desde la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Los panistas reclamaban su decisión de no someter a votación electrónica una propuesta de la morenista, Lorena Villavicencio que, contrario a la posición de su partido y del presidente, Andrés Manuel López Obrador, pedía cambiar la redacción del artículo 19 constitucional para aplicar prisión preventiva oficiosa en un catálogo de nueve delitos.

Porfirio, Porfirio, le reviraba la blanquiazul que, para ese momento, ya habían tomado la tribuna y pedían que Muñoz Ledo condujera la sesión.

Miguel Riggs y Adolfo Torres (PAN) bajaron los micrófonos de la secretaria de la Mesa Directiva, la morenista, Karla AlmazánSara Rocha, también del PAN, ocuparía su lugar y la dejaría en una orilla.

La oposición estaba molesta. La propuesta alterna que construían para evitar violaciones al principio de presunción de inocencia fue rechazada por el Presidente y, por ello, Morena había retomado la redacción original que plantea encarcelar –mientras se les juzga—a quienes estén acusados de robar combustible, de corrupción, de uso de programas sociales con fines electorales, feminicidio y robo a casa-habitación, entre otros.

Pero todo era molestia. En una operación quirúrgica, Morena logró el respaldo de nueve diputados del PRD, ocho de los cuales, incluido su coordinador, Ricardo Gallardo, renunciaron al partido.

También se sumaron diputados del PAN, PRI y MC, en cuyos distritos el robo a casa habitación o a transporte de carga es un problema.

Villavicencio hizo suya la propuesta alternativa rechazada por el Ejecutivo y la presentó en tribuna, en calidad de reserva. Fue rechazada, pero el panista, Juan Carlos Romero Hicks, solicitó la votación en tablero electrónico.

Dolores Padierna, en funciones de presidenta, rechazó su petición y los panistas subieron a la tribuna y comenzaron los empujones y manoteos con Karla Almazán y la propia Padierna. El albiazul, Carlos Valenzuela pidió la palabra; Rocha empujó poco a poco a Almazán hasta que la quitó.

Como dijera el filósofo Juan Gabriel, pero qué necesidad, dijo el diputado e invitó a quienes votarían en contra a subir a la tribuna y hacer una manifestación silenciosa que, otra vez, terminó en gritos.

El show no fue suficiente para detener la aprobación de la reforma que fue aprobada por 377 votos a favor, 96 en contra y cinco abstenciones.

 

Por Nayeli Cortés

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