Al principio, el empresario no estaba muy convencido de la efectividad de la estrategia, pero una pizza lo cambió todo.

 

 

 

 

 

 

Fue en esa fecha que Justin McConney, quien se había graduado apenas tres años antes en cinematografía, se convirtió en el primer director de redes sociales de la Organización Trump, liderada por el actual presidente estadounidense, Donald J. Trump.

“En esa época él no utilizaba Twitter. Ni siquiera estoy seguro de que usara una computadora”, le cuenta a la BBC McConney, quien dejó de trabajar para el mandatario a finales de 2017.

La cuenta @realDonaldTrump existía desde 2009, pero el entonces empresario no tuiteaba, y quienes la manejaban por él tampoco la usaban con mucha frecuencia.

Así que McConney, quien entonces tenía 24 años, le propuso una nueva estrategia para Twitter y le sugirió abrir un canal de YouTube.

“Quiero que esté involucrado en todo el proceso, en la elaboración de los tuits, del contenido y de las respuestas”, le dijo.

El día de la pizza

Trump aceptó.

Y fue así como McConney empezó a imprimirle los mensajes y los comentarios que recibía. Trump los leía y usaba un bolígrafo para escribir notas al margen y escoger a quiénes quería responderles directamente.

Al principio, el empresario no estaba muy convencido de la efectividad de la estrategia, pero todo cambió en marzo del 2011, el día que almorzó pizza con la republicana Sarah Palin, en la zona de Manhattan, Nueva York, Estados Unidos.

Trump utilizó cubiertos para comer y muchos se fijaron en esa particularidad, así que McConney le propuso grabar un videoblog con la explicación de por qué lo hacía.

“Lo reseñaron en todos los canales de televisión. A Trump le pareció increíble. Le dije que no necesitaba 20 periodistas, cámaras ni relacionistas públicos. Un tuit le permitiría tener presencia en los medios”, recuerda McConney.

Fue así como los mensajes empezaron a volverse más personales.

Desenfreno

McConney estaba convencido de que ese estilo, en vez de uno tradicional como empresario, le permitiría llegar a una audiencia mucho mayor.

Y tenía razón.

“Creo que ha sido exitoso porque a la gente le sorprende que un empresario millonario haga comentarios acerca de los premios Oscar o la nueva versión de la película de los Cazafantasmas. No sabían que estos temas podían interesarle”, afirma McConney.

Trump se empezó a involucrar cada vez más. Contactaba a su asesor tarde en la noche, los fines de semana, los sábados a las 6 de la mañana…

“La primera vez que recibes esa llamada, piensas que hay una emergencia en la familia, pero no, él quería responderle de inmediato a una persona que lo había mencionado en televisión”.

En aumento

Llego entonces el momento en el que el mandatario empezó a tuitear directamente, en 2012, poco después de preguntarle a McConney si prefería un iPhone o un Android. A Trump le parecía mejor el último porque tenía la pantalla más grande.

Cuando empezó a pensar en la Casa Blanca, se planteó un cambio en la estrategia a seguir en las redes sociales. Pero el joven opinaba que no era necesario.

“Un video gracioso, con humor y un elemento noticioso, que pasen en un programa de televisión y al que le dediquen 10 minutos, es mucho más poderoso que una propaganda política tradicional en televisión”.

El resto, es historia. Y unas cifras ilustran el cambio.

Según la publicación Político, en 2010, de la cuenta @realDonaldTrump salieron 142 tuits. En 2011 aumentaron a 744. Y en 2013, fueron más de 8.000.

Actualmente, el número de tuits es superior a 40.000. Y Trump cuenta con más de 57 millones de seguidores.

Las cifras, probablemente, seguirán en aumento.

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